Los aparecidos
“Quiero ver la urna”, me dijo mi mamá.
“Ahí está”, le contesté. Era una caja de madera, chiquita, con claveles que la gente fue dejando.
“Mirá, podés escribir algo”, me señaló un cuaderno. Y le pregunté si ella quería.
“No sé cómo decirlo… que encontrándola a ella, encontramos al resto…”, meditó en voz alta.
Y le dicté: “Penny, identificándote a vos, encontramos a todos los que todavía no encontramos”.
Y ella me corrigió: “A los que seguimos buscando”.
Seguimos buscando… todavía resuenan en mi cabeza esas dos palabras… seguimos buscando a Jopo, a Ceci, a Julio, a los miles que faltan. Y los nombramos porque ellos eran, ellos fueron, ellos son, con nombre y apellido, y necesitamos sacarlos de esa tenebrosa categoría de desaparecido. Eso querían sus represores y, exactamente eso fue lo que no lograron.
El jueves pasado, en el colegio Carlos Pellegrini se velaron los restos de Laura Penny Isabel Feldman. En el 78 fue secuestrada y luego asesinada. Estuvo desaparecida hasta que este año fue identificada. Penny tenía 18 años.
“Tenemos que preocuparnos de que este proceso de justicia y verdad permita demostrar a los nostálgicos de la dictadura la superioridad ética del Estado de Derecho frente al Estado autoritario”, dijo durante la charla previa al cierre de la jornada el juez federal Daniel Rafecas, quien lleva la causa del Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio El Vesubio, donde Laura estuvo detenida-desaparecida.
“La identificación es volver a poner la historia en los márgenes de lo humano. La desaparición es un eufemismo y es inhumano”, aclaró en la misma charla Maco Somigliana, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
“Pretendían (los represores) que las personas se desvanecieran en el aire, o en el agua, sin que dejaran huellas, sin que sus familiares volvieran a pensar en ellos. Y se equivocaron. Y esta reunión es una prueba viviente de ese error”, dijo Horacio Verbitsky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
Su hermana, Ana Nora, cerró el pensamiento de todos los presentes: “Hoy hemos podido llorarla. Ahora que nos la han devuelto, queremos saber quién fue, para que esto no suceda nunca más”.
“Ahí está”, le contesté. Era una caja de madera, chiquita, con claveles que la gente fue dejando.
“Mirá, podés escribir algo”, me señaló un cuaderno. Y le pregunté si ella quería.
“No sé cómo decirlo… que encontrándola a ella, encontramos al resto…”, meditó en voz alta.
Y le dicté: “Penny, identificándote a vos, encontramos a todos los que todavía no encontramos”.
Y ella me corrigió: “A los que seguimos buscando”.
Seguimos buscando… todavía resuenan en mi cabeza esas dos palabras… seguimos buscando a Jopo, a Ceci, a Julio, a los miles que faltan. Y los nombramos porque ellos eran, ellos fueron, ellos son, con nombre y apellido, y necesitamos sacarlos de esa tenebrosa categoría de desaparecido. Eso querían sus represores y, exactamente eso fue lo que no lograron.
El jueves pasado, en el colegio Carlos Pellegrini se velaron los restos de Laura Penny Isabel Feldman. En el 78 fue secuestrada y luego asesinada. Estuvo desaparecida hasta que este año fue identificada. Penny tenía 18 años.
“Tenemos que preocuparnos de que este proceso de justicia y verdad permita demostrar a los nostálgicos de la dictadura la superioridad ética del Estado de Derecho frente al Estado autoritario”, dijo durante la charla previa al cierre de la jornada el juez federal Daniel Rafecas, quien lleva la causa del Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio El Vesubio, donde Laura estuvo detenida-desaparecida.
“La identificación es volver a poner la historia en los márgenes de lo humano. La desaparición es un eufemismo y es inhumano”, aclaró en la misma charla Maco Somigliana, integrante del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
“Pretendían (los represores) que las personas se desvanecieran en el aire, o en el agua, sin que dejaran huellas, sin que sus familiares volvieran a pensar en ellos. Y se equivocaron. Y esta reunión es una prueba viviente de ese error”, dijo Horacio Verbitsky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
Su hermana, Ana Nora, cerró el pensamiento de todos los presentes: “Hoy hemos podido llorarla. Ahora que nos la han devuelto, queremos saber quién fue, para que esto no suceda nunca más”.
Etiquetas: Derechos Humanos, Paula Eugenia Donadío
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