Sin filtro

martes, 6 de octubre de 2009

Lo esencial es invisible a nosotros.

Uno de los factores que más se destacan del proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisuales es la democratización del espectro y la potencial pluralidad de voces. ¿Qué significa? Que a partir de una limitación en las licencias bajo un mismo adjudicatario y la salvaguarda a los contenidos y producciones locales, se fomenta la creación de múltiples puestos de empleo en el rubro.

Mas allá de este posible incremento –que va muy en contra de lo que auguran los espadachines del videograph y los zócalo parlantes– hay que poner especial énfasis en la pluralidad posible. Digo pluralidad por lo que venimos sabiendo sobre el recorte en las licencias y las cuotas de pantalla/contenidos musicales, y por la producción local. Y digo posible porque dependerá de cada lugar e interesados lo de llevar a cabo un rediseño de la estética y una resignificación del lenguaje para que no veamos múltiples imitadores de los males actuales. El ingreso de nuevos actores –privados o no– a la comunicación es bueno, pero mejor será si logramos transformar la uniformizada construcción del sentido común que nos rige hoy día. Y es vital, en última instancia y allí donde la ley no habrá de regir, saber de qué manera será posible el ingreso de nuevos actores. Es imposible su concreción material sin basamento y sustento dinerario. Habrá que ver quiénes serán, realmente, aquellos que puedan aprovechar el potencial acceso.

Y volviendo a lo de democratizar, será bueno que otras voces ganen aire, lugar, pantalla, micrófono, vida. Será interesante que algún día –y eso que esta ley no se mete con la gráfica– podamos consumir más que esta tendenciosa articulación de la realidad que se llama Clarín. En esta nota, se despachan con uno de sus artilugios. Cuando organizaciones sociales/ estudiantes/ piqueteros/ sindicalistas/ gremios/ etc. marchan contra el hambre, o se movilizan en reclamo de justicia, o para exigir que se reincorpore trabajadores, están causando un “caos de tránsito”. Cuando “la gente” cacerolea en Recoleta o Belgrano –y no importa que siempre sean menos cantidad que en los otros casos– se dice que muestran su descontento. Se reafirman sus consignas. Se invisibiliza a los enemigos y se realza a los amigos. Se utiliza su ideología.

Ideología que, claro está, es la del medio.

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