Organización y lucha

Como todos los años desde 1996, la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) realizó este viernes en Plaza de Mayo la presentación del Archivo de Casos de Personas Asesinadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado. En todos los discursos del acto -además de una crítica clara a los gobiernos kirchneristas-, dos palabras sobresalieron: organización, lucha; porque ellos entienden que es la única salida de esta realidad que se impone.

"Desde el 25 de mayo de 2003, nos mataron, con el gatillo fácil y la tortura, 1.323 personas: 928 en la primera versión del gobierno peronista de los Kirchner y 395 en el año y 10 meses de su segunda presidencia", señalaron los miembros de la CORREPI durante su discurso el viernes.

Este informe trata de registrar las víctimas del gatillo fácil, las muertes en cárceles y comisarías por desidia o tortura durante 2009. Los números son escalofriantes y muestran a ciencia cierta fuerzas institucionales que matan a la juventud. Desde 1983, cuando volvió la democracia a la Argentina, al menos de palabra, más de 2800 personas fueran asesinadas por los distintos aparatos del Estado.

Hoy, por ejemplo, que en la Ciudad de Buenos Aires continúa la polémica por la creación de la Policía Metropolitana -aunque la ley ya fue aprobada y los primeros pasos fueron dados en su formación- la sociedad tendría que preguntarse qué es lo que se espera que el Estado haga por la gente. Es que, a veces, más seguridad se transforma en más muertes, más tortura, más desaparaciones.

Hace unas semanas, Rubén Carballo, quien tenía entrada para el recital de Viejas Locas, fue brutalmente golpeado y abandonado debajo de un puente. Las primeras sospechas recayeron sobre los miembros que participaron del operativo que "cuidaba" a los asistentes al evento.

Por eso, es tarea de todos definir qué se pide cuando se pide seguridad: se piden más policías que maltraten y torturen o se pide seguridad para los jóvenes, que sientan que pueden tener un futuro, que sientan la seguridad de estar incluidos.

Fotos y audio: Paula Eugenia Donadío