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martes, 24 de noviembre de 2009

Ser madre tras las rejas



Por Luisina Giangrossi


Existen 61 chicos en la provincia de Buenos Aires, menores de cuatro años, que juegan tras las rejas, comen mal, y usan pañales de pésima calidad. Además, uno de los peores momentos para una madre presidiaria es cuando su hijo se enferma y debe ser trasladado al Hospital de Niños donde, en general, se queda solo o con una enfermera, ya que a ella no le permiten permanecer más de dos horas junto a él.
El Servicio Penitenciario Bonaerense no brinda una correcta atención para los niños que se encuentran en la cárcel junto a sus madres. Los pequeños deben pasar los primeros años de su vida junto a su mamá, pero las condiciones actuales de la prisión son perjudiciales para su desarrollo.

La atención en salud brindada por el Servicio Penitenciario no contempla ningún tipo de asistencia y seguimiento psicológico ni psicopedagógico para los nenes, como establece la ley 12.256. "No existen las condiciones edilicias adecuadas ni el personal capacitado para que los chicos puedan crecer y desarrollarse en un ambiente digno", aseguró Laurana Malacalza, coordinadora del Área de Género del Comité contra la Tortura, de la Comisión por la memoria bonaerense.


Numerosos estudios analizan cómo el encierro de los niños que viven en prisión provoca serios daños en su salud mental, a pesar de que, en teoría, sólo puedan estar encerrados hasta los cuatro años. Es por esto, que debate entre "crecer tras las rejas" o dejar al nene a la merced de algún familiar o instituto de menores, mientras que no existe ningún proyecto que ayude a mejorar la situación actual.

Ser un chico criado en un penal deja huellas que no sólo la sociedad se encargará de acentuarlas, sino que tendrá que superarlas sin contensión profesional de ningún tipo.

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