Sin filtro

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Vaciamiento de la industria nacional

Héctor Massuh fue presidente de la UIA.
Hace un año que no aparece por la papelera

Por Luisina Giangrossi

La estatización de la Papelera Massuh, que ahora pasará a llamarse Papelera Quilmes, es un movimiento político del cual los trabajadores no tienen garantía alguna de continuidad. Para el sindicato, la toma de mando del secretario de Comercio del Interior Guillermo Moreno es una estrategia electoral del Gobierno para salvar una empresa casi abandonada por sus dueños, quienes permitieron su hundimiento en una gestión llena de irregularidades, como la desaparición de 14 millones de dólares. ¿Preservar la fuente laboral de los empleados o salvar a los empresarios?

"Pasado el 28 de junio no sabemos cómo va a seguir todo esto. No sé si el Gobierno va a poder seguir sacando dinero del Anses", explica el secretario del Sindicato Obrero de la Industria del Papel y Cartón, Rubén Rico. Y rememora su reunión con Moreno: "yo no soy vidente", cuenta que fue la respuesta del secretario de Comercio interior ante su incertidumbre.

"Pueden pasar tres cosas: 1) la jueza declara la quiebra, 2) viene algún empresario a hacerse cargo o 3) se forma una cooperativa de los obreros", agregó el nuevo director de la fábrica, aunque las últimas dos opciones fueron rotundamente descartadas por el sindicalista: "ninguna persona con más de dos mangos de sobra se va a meter en este quilombo (sic)" y, contra la idea de la cooperativa, dijo que es prácticamente imposible que una industria continua y por equipo, que necesita por lo menos 100 mil dólares diarios para uno de los insumos pueda ser manejada por los trabajadores. La fábrica da 4 millones de dólares de ganancia anual y sólo el 20% estaría destinado a pagar los 250 millones que adeuda.

Según fuentes de la Unión Industrial Argentina, "[el dueño de la compañía] Héctor Massuh negocia la estatización desde antes que los empleados empiecen a hacer ruido. El Estado mantendrá la empresa por dos años pagando a los empleados y Massuh recibirá algún vuelto mensual, porque la empresa es de él, hasta que vuelva a sus manos. Mientras tanto, se toma unos años sabáticos".

La papelera fue víctima de un maltrato casi deliberado en los últimos veinte años. Si bien comenzó a endeudarse como la mayoría de las papeleras, en el menemismo. A principios del milenio Massuh cayó en convocatoria de acreedores, donde se acordó reducir la deuda y pagarla en diez años. Hoy siguen la misma situación: entre los acreedores están Banco Provincia, Banco Nación (a estos dos les debería alrededor de 125 millones de pesos), Alto Paraná, el sindicato, la Obra Social papelera, Chocón Cerros Colorados, los aproximadamente 400 trabajadores de la planta, entre 8 y 12 mil pesos a cada uno, según su antigüedad, en una deuda que escala casi a los 250 millones de pesos.

Los obreros planean iniciar una demanda judicial contra su ex empleador. En agosto del año pasado la empresa anunciaba que el fondo de inversión yanqui IIG Trade Opportunities Fund NV, prestaría 40 millones de dólares para salvar a la empresa, que ya venía rengueando en el mercado. "Estábamos todos convencidos de que iban a venir 40 millones, pero 26 ya habían llegado y no sabemos cuándo. Entonces quedaron los 14 millones, de los cuales dos o tres se lo tragaron los abogados y escribanos. Por este préstamos toda la empresa quedó hipotecada nuevamente y las máquinas prendadas. No sé dónde están esos 14 millones", dice con resignación Rubén Rico.

En octubre de 2008 ya era el caos. No se pagaban aguinaldos y los sueldos en cuotas. Surgió un nuevo inversor: contactos del fondo de inversiones que manejan 3 mil millones de dólares y decían tener fondos para formar un “operador” y trabajar a façon, es decir, por encargo. "Era como eludir a los acreedores de Massuh", explica Rico. El operador pagaría los insumos y compraría los productos. Sin embargo, tras la profundización de la crisis económica internacional, al poco tiempo el operador cayó. Estos últimos meses, con la fábrica totalmente detenida, los obreros ganaban el poco dinero que obtenían vendiendo pasta semi química que había quedado en la fábrica.

Actualmente, la fábrica funciona bajo la lupa del Estado Nacional. El hermenisto de sus empleados, aumentan las dudas de un "salvataje" estatal.


Los empleados exigían la estatización bajo el control obrero

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